Siendo la arquitectura el arte de estructurar un espacio en función de las necesidades materiales y espirituales del hombre, y considerada arte porque dispone de un conjunto de reglas o preceptos para alcanzar el fin propuesto, podemos decir que la invención (origen del progreso de la humanidad) del procedimiento constructivo formalibre amplía o modifica sentimientos de satisfacción para las necesidades materiales o espirituales del ser humano, aportando nuevas reglas a la configuración de la Arquitectura como Arte.

Este sistema constructivo, gracias a la flexibilidad de los materiales empleados, hace posible realizar a coste asequible edificaciones con cualquier aspecto formal, incluso dobles curvaturas no regladas. Esto quiere decir que no existen limitaciones en lo que respecta a la forma.

Esta característica supone la culminación de la curva en arquitectura y permite realizar edificaciones con total libertad de diseño, alcanzando la construcción su máxima posibilidad de expresión artística.

El sistema formalibre permite diferenciar fácilmente cualquier elemento de fachada, como voladizos, contrafuertes, petos, balcones y jardineras, de manera que aunque la distribución interior sea la misma, la fachada de cada vivienda es única. Son viviendas personalizadas: cada casa tiene número de serie.

En cuanto a la integración con el paisaje natural, las posibilidades constructivas de formalibre son superiores a los sistemas tradicionales, al permitirse la realización de formas orgánicas a coste asequible.

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